*Desde 1952, Don Cristóbal ha dejado un legado para el fútbol: desde su talabartería de la cuidad de Puebla elabora balones a la vieja usanza, con piel, aguja e hilo; “es muy bonito el fútbol”, dice
Jazmín Cárdenas
Puebla, Pue.- Peras y costales para el box, guantes para el béisbol con una costura impecable y balones de fútbol hechos de cuero, en un color café claro y con un cordón que cierra los bordados se observan en las vitrinas.
A un costado de las coloridas calles del Mercado de Artesanías de El Parián se encuentra Taherba, un rincón de historia fundado en 1952, donde se reparan y elaboran balones de fútbol y otros artículos para deportes con piel.
Don Cristóbal González Espino es el propietario y posiblemente el único artesano en la ciudad de Puebla, incluso en el estado, en fabricar esféricos con timbre oaxaqueño.
“Con el material y la técnica empleada, los balones pueden llegar a tener una vida útil de más de 30 años”, dice Don Cristóbal desde su taller ubicado sobre la calle 6 norte número 211.
¡Sin balón no hay partido! Y así lo tuvo claro Don Cristóbal, quien encontró el amor, pasión e interés por la reparación de balones cuando iba a la primaria. De aprendizaje autodidacta, poco a poco se volvió un maestro en la restauración de los esféricos y comenzó a elaborar los suyos.
Tras ir perfeccionando su técnica, clientes se interesaron en su trabajo y le solicitaron balones. “Me daban dinero para comprar la piel y confiaban en mi trabajo”, recuerda.
El nombre Taherba nació de un equipo de fútbol que tenía con sus familiares, quienes eran sus colaboradores. Decidió que las siglas de Taller de Hechura y Reparación de Balones de Cuero se usará para representarse y este quedó para la prosperidad.
La producción y reparación son las bases de este oficio que ha ejercido por más de 70 años. De 20 a 15 esféricos llegó a confeccionar para la entonces existente Casa del Deporte de Puebla. Y de 90 a 100 balones le entregaba a Orizaba Casa Fuente, quienes distribuían su trabajo por toda la república.
“Hacer balones es una belleza, una circunferencia precisa, diferentes modelos y el uso que se le da. Es muy bonito el fútbol, cómo lo pateamos, cómo lo recibimos, cuando se anota un gol. Se siente muy emocionante, por eso a mí me gusta hacer los balones”, relata el artesano.
El timbre oaxaqueño, lo máximo en pieles, es el material principal que utiliza para fabricar la herramienta del deporte más amado de todo el mundo, el fútbol.
El artesano en talabartería imprime sus conocimientos trabajando la piel en un proceso minucioso: plancha, estira y corta en tiras según el modelo a crear. Para mayor durabilidad, un tratamiento único de brea con cera de campeche se emplea en el hilo nylon para coser las partes del esférico, un secreto de talabarteros.
Y con una costura perfecta, de 2.5 milímetros de distancia entre cada punto, al ritmo de “picas, metes agujas y aprietas, picas, metes agujas y aprietas”, se va confeccionando el símbolo del balompié, con ayuda de una alezna y aguja.
Antes de agregar los últimos gajos, en una costura imperceptible, cuando el balón ya tiene forma de huacal, se voltea y se agrega una cámara de látex y lo último se cose por fuera.
“Después de 8, 10 años me han traído los balones para arreglarlos y me siento orgulloso después de tantos años al ver mi trabajo, de lo bien hechos que están” lleno de regocijo sentencia Don Cristóbal.
El fútbol tiene muchos amantes y uno de ellos es sin duda Don Cristóbal, quien ha confeccionado sus propias creaciones e incluso ha elaborado réplicas de los balones utilizados en diferentes mundiales. Cada balón representa pasión, esfuerzo, empeño y amor por el trabajo artesanal.
De 12, 18, 24, 32 hasta 42 gajos ha creado. Cristóbal González Espino, con 85 años, le pone un nombre diferente a cada balón.
No piensa retirarse pronto, pero el legado podría continuar con su nieto, Kibsaim Torija, quien se ha convertido en su aprendiz.
Un balón comprado en este taller es una pieza única y un recuerdo para toda la vida.